Durante mucho tiempo, la ciencia ha intentado explicar la extraordinaria capacidad humana de comprender lo que los otros sienten o piensan, de entender las intenciones de los demás y cómo reaccionar de manera adecuada a las reacciones ajenas.  El hallazgo de un sistema cerebral llamado  “neuronas espejo”, revolucionó esta teoría. Estas neuronas  se activan cuando percibimos emociones o acciones de otros, proporcionando al cerebro información de la misma densidad que la que genera nuestras propias emociones o acciones.  Sabemos lo que siente alguien que ríe porque al mirarlo se activan en nosotros las mismas áreas del cerebro que se ponen en juego cuando nosotros reímos.  De la misma forma, es  probable que al observar una araña subiendo por el brazo de alguien, la situación no nos resulte indiferente.

¿Pero que es la empatía?

La empatía se puede definir como aquello que nos ayuda a ejercer una buena influencia en las emociones de los demás, nos permite hacer sentir a otras personas que estamos en la misma sintonía. Se presenta como señales conscientes e inconscientes que pueden ser muy sutiles o muy evidentes y que provocan que a una persona “le agrade” la otra, independientemente si se conocen o no. Es, sin duda, la llave para crear relaciones humanas exitosas, generando así bienestar en cualquier ámbito de nuestra vida.

La empatía es una habilidad que se puede desarrollar, de hecho, no es necesario aprenderla porque nacemos con ella. Alguna vez te diste cuenta que al estar conversando con tu mejor amigo o con tu pareja sobre alguna buena película, ambos tenían la misma posición corporal?

Algunas personas son empáticas naturalmente pero otras no, estas últimas poseen una menor capacidad de activar sus neuronas espejo, no logran conectar con el otro y por tanto la interacción les resulta incómoda porque no saben cómo vincularse naturalmente con los demás. Las personas que se auto definen como poco empáticas o poco sociables no entrenaron esta habilidad, su propio sistema de creencias les impuso ideas como: “yo no puedo ser sociable”, “me cuesta trabajo ser empático”, “no me gusta socializar”, etc. Al repetirnos esto, estamos inconscientemente entrenado nuestro cerebro para ser exactamente como no queremos ser.

¿Cómo influyen las neuronas espejo en la empatía?

Existe un vínculo importante entre las neuronas espejo y la empatía.  Gracias a nuestra poderosa capacidad de imaginación, podemos comprender los estados mentales de los demás simulándolos en nuestro cerebro y sintiendo lo mismo, a esto le llamamos imitación. Las diferentes regiones del cerebro que contienen a estas neuronas particulares, se conectan con las emociones (sistema líbico) y esta actividad a su vez, esta correlacionada con la tendencia a la empatía; es decir, cuanto más activas son las regiones más empático se es, o lo que es lo mismo, mayor propensión a crear vínculos amistosos con los demás.

¿Cómo podemos desarrollar nuestra empatía?

Ahora que sabemos que nuestro nivel de empatía puede incrementarse y tendiendo total conocimiento de nuestra fisiología, podemos ejercitar conscientemente esta capacidad hasta llegar a hacerlo de una manera natural.

Es fundamental educar nuestra empatía e incentivar la educación de nuestros hijos en esta área, ponernos en el lugar del otro y saber lo que necesita debería ser una asignatura en cualquier colegio primario. Sabiendo que podremos aplicar este comportamiento en el terreno personal y también en el laboral durante toda nuestra vida, sin duda, podremos tener la capacidad  no solo de asegurar relaciones saludables y plenas, también de desarrollar un camino de éxito en todas las áreas de nuestra vida.

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